Analizando #2 Old Man's Journey
Una historia cruda pero sencilla acompañada de puzles de poca complejidad que nos permiten disfrutar de este viaje contemplativo.
Si Mahoma no va a la montaña, la montaña va a Mahoma. Eso es lo que debieron pensar los desarrolladores de Old Man’s Journey (2018) cuando plantearon la mecánica y la premisa de su juego. Y es que los chicos de Broken Rules lo han vuelto a hacer —y digo chicos porque tras indagar en su página web descubro que no hay ni una sola mujer entre sus filas—. El pequeño estudio austríaco ya demostró su fascinación por las mecánicas relacionadas con el espacio y con la alteración del mismo con And Yet It Moves (2009 ). No por nada se llaman Broken Rules.
Old Man’s Journey tiene ya unos añitos y confieso que llevaba otros cuantos en mi biblioteca de Steam esperando pacientemente a que me decidiera a jugarlo. Voy a ser sincera con esta reseña. No es un juego que reinvente la rueda ni que ofrezca algo único a sus jugadores. Se trata, sencilla y llanamente, de un juego sobre la vida. Cruda y llena de altibajos. Eso sí, es una experiencia cautivadora en lo que refiere a los sentidos gracias a su maravilloso diseño sonoro y a su estilo artístico.
Recorriendo el mundo 🌍
La premisa de Old Man’s Journey es bastante sencilla y su título no da lugar a equívocos. El juego comienza con un entrañable anciano en su pequeña casita frente al mar y la acción comienza con el recibimiento de una carta. No sabemos cuál es su contenido, pero sí podemos intuir que nuestro anciano pescador está contrariado y preocupado. Con la mochila a la espalda y con su bastón en mano, emprendemos un viaje que comienza en esta apacible villa pesquera.
La mecánica del juego resulta también muy asequible para los jugadores. Como mencionaba al principio del artículo, los desarrolladores vuelven a ofrecer una mecánica basada en el control del espacio. Los escenarios de Old Man’s Journey están compuestos de diversas capas en 2D que, sin embargo, ofrecen de forma muy inteligente una sensación de un mundo en tres dimensiones. Con una gran profundidad y un alto nivel de detalle en los elementos de cada capa.
Nuestra misión será la de guiar al anciano a través del escenario. ¿Cómo? Estas capas a las que me refiero son, ni más ni menos, que colinas y valles que podremos manipular para que nuestro protagonista sea capaz de llegar del punto A al punto B en cada nivel del juego. Puzles espaciales que debemos resolver con el tradicional point-and-click, es decir, haciendo clic en una capa —colina— y arrastrándola hasta que la interfaz del juego nos indique visualmente que se ha formado un camino. La composición de los escenarios y las ayudas visuales ayudan a que resulte muy fácil e intuitivo el manejo de estas capas.
A nivel de diseño de juego y de niveles, no encontraremos grandes desafíos ni una progresión en la dificultad de los puzles. Se intuye que la intención de sus desarrolladores fue primar el fondo —el apartado visual y el apartado narrativo— sobre la forma —las mecánicas y el gameplay—. Con la intención de ofrecer una experiencia de juego relajada y evitar posibles frustraciones ante una mayor dificultad. No encontramos un contador de vidas, ni misiones u objetivos que alcanzar. Nuestra meta es viajar, no sabemos a dónde, con el menor estrés posible.
Bien es cierto que intuimos un intento por dotar de variedad a la mecánica principal del juego en aquellos niveles en los que tenemos que “dirigir” un tren y una camioneta, asegurándonos que las vías del tren y las carreteras permiten su paso, o permitir el paso de grandes rocas que destruyan los muros que bloquean el camino. Alternativas muy ingeniosas para la interacción con el terreno. Las únicas reglas son que no podemos mover la capa de terreno sobre la que se encuentra el jugador y que el movimiento de las capas está delimitado.
Como la vida misma 👨🦳
La historia de este anciano pescador está desgranada a través de recuerdos que se presentan al jugador en forma de preciosísimas ilustraciones. Como si de un álbum de fotos se tratase, al final de cada nivel nos adentramos en sus recuerdos y, con cada nueva ilustración, vamos componiendo su relato. Sin mucha pompa ni florituras. Se trata de una historia sencilla que ya se ha repetido en otros medios —en incontables películas o libros— que ahonda en el terreno de la familia, las expectativas, los sueños y el perdón.
Una vida llena de altibajos como los que nuestro protagonista tendrá que recorrer para lograr su redención. Una peregrinación para limpiar la conciencia y reconciliarse consigo mismo y con su pasado —y su futuro—. No obstante, a partir de un punto del relato, el desenlace resulta bastante predecible. De nuevo tengo la sospecha de que esto también puede ser intencionado y sea un recurso más al servicio de esta experiencia que pretende ser, ante todo, visual y sonora. Una experiencia estética y de sentidos.
Old Man’s Journey puede completarse al 100% en tan solo una hora y media de sesión. No hay logros que desbloquear ni easter eggs que encontrar a lo largo de sus niveles. Todo se reduce a un camino de puzles. Una experiencia casi contemplativa que lo que busca es la introspección del jugador. Algo que logra gracias a su apartado visual a través de unas ilustraciones —con dibujos realizados a mano— que bien podrían ser acuarelas de paisajes bucólicos en los que el uso de tonalidades pastel buscan transmitir serenidad y calma.
Pero también a través de la magistral banda sonora —a cargo de SCNTF— que nos acompaña en el viaje de nuestro protagonista. Un viaje contemplativo en el que nos dejamos llevar por una música de ambiente que roza lo meditativo y que propone un repertorio lo suficientemente variado. A su música, debemos sumar también los efectos de sonido que, si bien no es tan diverso, consiguen dotar a este universo de vida y de una entidad propias.
Old Man’s Journey es fiel a lo que promete. Es una aventura compacta, casi como un poema visual o una bonita postal de viaje, en la que podremos reflexionar sobre la vida, las esperanzas y los sueños rotos. Y, al igual que en el viaje de la vida, encontraremos momentos en los que quedaremos maravillados pero también momentos profundamente tediosos y otros de gran tristeza. No pretende descubrir la pólvora —¿o se dice reinventar la rueda? Bueno, ya me entendéis—. Sencillamente, nos propone un viaje tranquilo y sin complicaciones en el que disfrutar del paisaje y reflexionar sobre el camino recorrido.
¿Conocías este juego o algún otro realizado por el estudio Broken Rules? Si lo habías jugado, ¡me encantaría conocer tus impresiones! No dudes en dejarme un comentario. Y si tienes alguna recomendación de juegos similares, ¡soy todo oídos!
¿Te ha gustado este análisis? Puedes encontrar más reseñas y artículos de otros videojuegos en publicaciones anteriores.
¡Hasta la próxima publicación!
Mientras tanto, puedes leerme en mis notes.
¡Muy interesante el análisis! Me han entrado muchas ganas de jugar :)