Analizando #1 Un último swing en la Tierra
Análisis de Golf Club: Wasteland (Demadog Studio, 2018)
De unos años a esta parte he dejado de sumergirme en esos títulos titánicos que requieren invertir horas y horas de juego. No por falta de interés, ya que soy consciente de los maravillosos mundos que estoy dejando de recorrer al no jugar videojuegos como Red Dead Redemption 2, Elden Ring o Breath of the Wild. Simplemente prefiero disfrutar de experiencias de juego más cortas que den oportunidades a estudios más pequeños o indies.
Y es así como descubrí una auténtica joya: Golf Club Wasteland. Un juego de golf narrativo que transcurre en un planeta Tierra post apocalíptico. Golf Club Wasteland, ahora llamado Golf Club Nostalgia, fue desarrollado por Demagog Studio y publicado por Untold Tales en 2018 para móviles (iOS y Android). Fue en 2021 cuando llegó al resto de plataformas: PC, PS4, Xbox One y Nintendo Switch.
Este juego cuenta con tres modos. El modo historia que no tiene restricciones en los golpes de cada nivel, el modo desafío que sí cuenta con un límite de par o golpes y, por último, el modo hierro que no permite a los jugadores cometer ningún fallo. Para este artículo vamos a centrarnos exclusivamente en el primer modo, ya que mi intención es desgranar los recursos narrativos de este curioso juego de golf.
No mires arriba
Golf Club: Wasteland nos traslada a un futuro distópico (o quizás no tan distópico) en el que la Tierra se ha convertido en una roca deshabitada e inhabitable. Tras la Gran Catástrofe Ecológica que ha tenido lugar en el planeta, casi toda la humanidad ha perecido y la superficie ha quedado reducida a escombros. Los únicos que han sobrevivido, lejos de toda sorpresa, han sido los ultra ricos que han huido a Marte para formar una nueva colonia: Tesla City.
El juego comienza con la llegada de una nave espacial a las afueras de la ciudad ficticia de Alphaville (una referencia a la película homónima de Jean-Luz Godard). Vistiendo un traje anti radiación, de la nave emerge Charlie que, sin quitarse el caso, ajusta su posición, mide el golpe con su palo y realiza su primer swing. Y es que la Tierra se ha convertido en un enorme campo de recreo para los ricos de Tesla City que viajan a placer en un cohete chárter para hacer unos cuantos hoyos.
¿Pero, qué ha sucedido en la Tierra? ¿Cómo ha llegado la civilización a este extremo? Si bien el juego no explica directamente la sucesión de acontecimientos que llevaron a esta situación, no es muy complicado hacer una composición mental para imaginarlo. Basta con ser consciente de la emergencia climática en la que nos encontramos para darnos cuenta de la denuncia y el llamado de atención que hay detrás de Golf Club: Wasteland.
A lo largo de sus niveles podemos imaginar cómo eran esas sociedades antes de la Gran Catástrofe gracias a una narrativa ambiental que, de manera sencilla pero muy efectista, hace un recorrido por grandes urbes que se han convertido en un cementerio de fábricas, de rascacielos y de toneladas de residuos. Un páramo de contaminación en el que, sin embargo, queda un resquicio de esperanza para algunos animales y plantas que se han adaptado a la radiación para sobrevivir. Un recordatorio de que este planeta y sus habitantes estaban aquí mucho antes que nosotros y seguirán aquí después de nuestro tiempo.
Atmósfera desaturada para un planeta deshabitado
La narrativa ambiental está revestida de un estilo artístico minimalista con una paleta de colores desaturada que se pone al servicio de las emociones que se quieren despertar en los jugadores: soledad, tristeza y decadencia. Podremos recorrer escenarios grises en los que el color ha desaparecido casi por completo y tan solo se mantiene en neones que nos permiten descubrir rótulos de negocios, fábricas y corporaciones, o en tablones de anuncios cargados de mensajes satíricos y de protesta.
Y es que Golf Club: Wasteland es muy claro en su posicionamiento político y económico de denuncia al sistema capitalista que ha acabado con la civilización y casi destruido el planeta. Una denuncia a las corporaciones multinacionales y a las grandes fortunas que, con tal de seguir llenando sus bolsillos, han preferido mirar hacia otro lado a costa de la vida en la Tierra.
Detrás de la ciudad ficcional de Alphaville hay un relato con el que podemos identificarnos, ya que la situación de nuestro planeta se antoja similar si las organizaciones internacionales y los gobiernos de los principales países no deciden anteponer la protección del planeta a un sistema económico que devora los recursos sin miramientos. Un debate que, ahora más que nunca, es de especial relevancia ante la celebración de la convención climática COP27 de las Naciones Unidas en Dubái en un escenario de presión por parte de los ‘lobbies’ del petróleo.
Entre esos escenarios podemos ver fábricas, inmensos yates, contenedores industriales, cubos de reciclaje, rascacielos, centros comerciales, antenas parabólicas, coches y camiones, monumentos, parques de atracciones, discotecas o museos. Lugares abandonados testigos del deterioro de la civilización que aguardan expectantes la reconquista de la naturaleza.
En medio de estos paisajes y, en línea con su mensaje crítico, encontraremos referencias ocultas a Zuckerberg, Bezos, la cultura pop, los juegos, la arquitectura (monumentos alemanes o edificios brutalistas), el arte contemporáneo, las redes sociales, la política, la NASA y un montón de referencias literarias como Moby Dick y Brave New World.
Sintoniza con la nostalgia y no te pierdas nada
Y llegamos, por fin, a la joya de la corona de este juego: su narrativa. Como hemos visto, los jugadores podemos descifrar la huella del pasado gracias a los escenarios, pero Golf Club: Wasteland también ofrece pequeñas entradas de un diario que se va desbloqueando a medida que avanzados por los niveles del juego (que suponen un total de 35 niveles).
Entrada 10: Ideología Covfefe
Nos merecíamos la Gran Catástrofe. Las empresas compraron a los políticos, que compraron a los votantes, que compraron la inevitabilidad de la guerra. Mientras tanto, estas mismas corporaciones invirtieron en Marte. Borrón y cuenta nueva en la Tierra.
La tercera pata del trípode narrativo la encontramos en la maravillosa Radio Nostalgia. Una emisora de radio de Marte que nos acompaña (a través del caso de Charlie) en todo nuestro viaje por la Tierra. Felicitar el trabajo de guion y de interpretación que nos sumerge de pleno en esta emisora y sus programas, hasta el punto de dar la sensación de una radio real.
Radio Nostalgia combina programas de testimonios de oyentes con una banda sonora de lo más variopinta que mezcla estilos musicales desde el funky hasta el jazz, pasando por la música electrónica o bellísimas bossa-novas. Con algunas canciones originales tan bizarras como un tema en el que dos astronautas conversan sobre arte debatiendo sobre personalidades como Andrei Tarkovsky o Stanley Kubrick.
Estas canciones se alternan con testimonios de oyentes que llaman al programa para hablar, con nostalgia, de sus recuerdos en la Tierra. Llamadas de hombres y mujeres que comparten momentos de su vida pasada como, por ejemplo, el testimonio de una mujer que lamenta la pobreza olfativa de la vida en Marte en comparación con la rica variedad de olores que impregnaban su Habana natal.
En Radio Nostalgia también hay hueco para noticias de Tesla City y spots publicitarios que evidencian las complicaciones y limitaciones de la vida en Marte. Por ejemplo, recordatorios para seguir los protocolos de limpieza de trajes espaciales, reuniones de sección en la colonia, bebidas para aliviar las tensiones causados por los reducidos espacios habitables, incidentes por partidas de juegos de mesa o problemas con la racionalización del agua obtenida a base de filtrar la orina.
La punta de un gran iceberg narrativo
Un aspecto que me llamó poderosamente la atención mientras disfrutaba de esta sesión de golf virtual fue la aparición de una misteriosa figura que, de forma fugaz, se iba colando en mi viaje por la Tierra. La pequeña silueta de un niño de piel pálida que, con asombro y curiosidad, era testigo de mis golpes.
*Las siguientes líneas contienen spoilers de la historia de Golf Club: Wasteland.
Aunque llega a caer en segundo plano durante gran parte del juego, la trama principal se centra en el protagonista, Charlie, y esta misteriosa figura. A medida que avanzamos por los niveles se harán más frecuentes los acercamientos entre ambos. Y, según vamos conociendo a este niño, nos vamos conociendo también a nosotros mismos.
El jugador descubre que Charlie fue el piloto que llevó el cohete espacial a Marte tras la Gran Catástrofe y, desde entonces, no ha sido capaz de adaptarse a la vida allí. Este viaje a la Tierra se trata, en realidad, de su último cohete chárter. Y es que, tras su encuentro, Charlie decide quitarse su casco espacial y poder disfrutar de su planeta como lo hizo en el pasado. A fin de cuentas, está en casa.
Con Golf Club: Wasteland, el estudio serbio ha puesto la primera piedra de un gran universo narrativo que se complementa con dos nuevos títulos: Highwater (2023) y The Cub (2024). Highwater nos sitúa en la Tierra justo después de la Gran Catástrofe en la inundada de Hightower que se ha convertido en una especie de zona segura entre las dos regiones secas: la tierra devastada casi globalmente de la Zona de Guerra, y la ciudad fortificada de Alphaville, donde los ultrarricos viven tras gigantescos muros.
Por su parte, The Cub retoma la vida de este niño años más tarde cuando una expedición desde Marte regresa a la Tierra en una misión de reconocimiento. Tras avistar al niño, comienza una persecución para intentar capturarlo.
Conclusión
Golf Club: Wasteland es uno de los mejores juegos que he jugado este año e, incluso, con el que más he conectado desde hace mucho tiempo. La sencillez de su apartado artístico y de sus mecánicas, nos permiten centrarnos en la historia y en Radio Nostalgia. Sin duda, este tipo de juegos son imprescindibles ya que sirven como denuncia social y pueden conseguir concienciar a sus jugadores.
Los escenarios del juego y los efectos de sonido nos sumergen en un planeta completamente desolado por el que, como no podía ser de otra forma, sentimos una gran pena. Sin embargo, pese a la soledad de Alphaville, en ningún momento nos sentimos solos en este viaje gracias a Radio Nostalgia y a los testimonios que nos acompañan.
Si buscáis un juego de golf con el que probar vuestras capacidades, seguid buscando. Pero si queréis disfrutar de un viaje narrativo, os invito a dejaros invadir por esa nostalgia que, quizás en un futuro no muy lejano, podría ser la nuestra. Si es que hay algún ultra rico leyendo este artículo, los demás ya sabéis donde estaremos…